
A pesar de que la producción agrícola nunca había sido tan abundante como en 2007, los precios de los productos lácteos subieron un 80%, la soja un 87% y el trigo, un 130%. Tratándose de productos básicos para el sustento de su población, muchos de los países productores han limitado o suspendido su venta al exterior. Pero los precios de los alimentos siguen creciendo. El Fondo Internacional del Desarrollo Agrícola, estima que por cada aumento del 1%, la inseguridad alimenticia afecta a 16 millones de personas, la mayoría en el tercer mundo. En el año 2025, 1200 millones de personas padecerán de hambre crónica.
¿Por que siguen aumentando los precios de los alimentos? Por cuatro razones. La primera es el aumento del nivel de vida de países como China, la India, y Brasil, en los que ahora se consume más carne. La segunda es por el aumento del precio del petróleo, por encima de 115 dólares el barril. La tercera, una parte de la producción alimenticia se destina a la producción de biocombustibles. La UE y EEUU han decidido que un 10% de los hidrocarburos consumidos hasta 2020 lo sean. Y la cuarta, se calcula que la especulación financiera está causando un 10% de la subida del precio de la comida.
La Organización Mundial del Comercio (OMC) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) habían previsto que aumentando el flujo de mercancías, los precios de los alimentos descenderían, y se erradicaría el hambre. La creación de una agricultura especializada desarrollaría los países del tercer mundo. Pero sólo se han beneficiado unos pocos. Estas organizaciones no han sabido estar a la altura y sus objetivos no se han cumplido. El precio de la comida sube año tras año y la ayuda a los países pobres desciende. La economía global agudiza la crisis alimenticia.