
Aznar ha preferido mantenerse en un segundo plano. Su posicionamiento podría haber sido decisivo, tanto para bien como para mal. Pese a su vida alejada de la actividad política, el presidente de honor de los populares aún tiene mucho que decir, y quizá decidir, dentro del seno del partido. Pese a poseer su altar, aunque con algún rasguño, en la calle Génova, no ha ejercido públicamente su poder de influencia. Probablemente sin focos ni micrófonos, la actitud sea distinta. Cada uno sabe de qué pie calza. Todos tienen las cartas marcadas.
¿Y Rajoy? ¿Y Aguirre? ¿Temen o ansían el posicionamiento de Aznar? Aliado o enemigo. Mariano tiene las de ganar, prefiere el silencio y los buenos modos. Ahora lo más importante son los avales. Ya queda poco, la asamblea de junio está cerca. Aguirre necesita un apoyo de peso dentro del partido, quizá sea Aznar el respaldo que haga aumentar sus credenciales.
Aznar apela a los ideales. “Lo esencial es la defensa y confianza de los principios esenciales, valores constitucionales, éticos y morales.” ¿Quién ha puesto en duda estos principios? ¿A quién se dirige? La ambigüedad de las palabras de Aznar abren la puerta a la duda, a la incógnita.
Primero fue Aguirre quién abanderó la facción disidente del partido. San Gil se unió a la autocrítica. Rajoy capea el temporal como puede. Junio se va acercando y las voces de crítica proliferan con más fuerza. Aumenta la tensión. ¿Será capaz Rajoy de resistir? ¿Conseguirá Aguirre sumar los apoyos necesarios? ¿Y Aznar? ¿Se posicionará publicamente? Quizá él ex-presidente tenga la clave para resolver o encender más la crisis interna del partido.